La vitamina C (ácido ascórbico) es un cristal incoloro e inodoro, sólido soluble en agua con un sabor ácido. Es un ácido orgánico que los humanos no podemos sintetizar en nuestro organismo, por lo que debe ingerirse a través de la alimentación. El nombre de ácido ascórbico procede de la propiedad de la vitamina C de prevenir y curar el escorbuto.
Es una vitamina tan importante, que el premio Nobel Linus Pauling (químico), sostuvo la teoría de que la mayoría de los trastornos se producen por carencia de vitamina C.
Entre sus funciones en el organismo están las siguientes:
En cuanto a las principales fuentes alimenticias de vitamina C encontramos las siguientes:
Muchas veces, al cocinar inadecuadamente estos alimentos, la vitamina C se pierde, ya que ésta se descompone durante las cocciones largas y también a temperaturas superiores a 190º. Por ello, utilizar ollas a presión para cocinar alimentos ricos en vitamina C hace que sea más probable que ésta se pierda.
Tampoco todas las verduras pierden la vitamina C con la misma facilidad, siendo el brécol la que mejor resiste la cocción.
Sin embargo, para evitar estos problemas, son muchas las personas que recurren a los complementos alimenticios a base de vitamina C para asegurarse las cantidades necesarias de esta vitamina.
Las necesidades de vitamina C son muy variables en función del sexo y la edad. Así:
Si bien es cierto que los estudios demuestran que la mayoría de personas que siguen una dieta rica en vitamina C o toman complementos alimenticios a base de esta vitamina no reducen totalmente el riesgo de contraer el resfriado común, también es cierto que sus resfriados son más cortos y sus síntomas más leves.
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