El ajo es uno de los remedios caseros con más tradición histórica. Se ha utilizado, desde hace siglos, para problemas cardíacos, respiratorios y para aumentar la fuerza (antaño lo tomaban esclavos o navegantes, por ejemplo), además es uno de los ingredientes estrella para mejorar el sistema inmunológico.
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Gracias a la ciencia, se han podido analizar los componentes que convierten al ajo en uno de los ingredientes más preciados.
Entre ellos destaca el alto grado de vitamina B, Calcio, Hierro, Yodo y Fósforo que lo componen.
El ajo crudo está formado por una gran cantidad de un compuesto llamado aliína que, cuando se corta o se machaca, se convierte en alicina. Son precisamente estos componentes, combinados con otros minoritarios, los que tienen un efecto beneficioso sobre el sistema inmune.
Muchos estudios ya han constatado la eficacia del ajo para estimular y modular las defensas. Esto lo convierte en un complemento alimenticio muy útil en épocas de frío o cambio de tiempo.
Aparte de ser uno de los condimentos más frecuentes en la dieta mediterránea, también se le atribuyen propiedades coadyuvantes en problemas circulatorios, respiratorios, nerviosos y digestivos.
El ajo también se encuentra en varios complementos alimenticios, tras haber pasado un proceso de añejado. De este modo, el derivado es inoloro y muchos de sus compuestos se ven incluso triplicados.
Autora: Mari Carmen Ramírez | Dietista | www.marketdietas.com
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