Antes de entrar en materia nos gustaría contestar a la pregunta que abre este artículo y la respuesta es “no”. Sólo las personas con intolerancia al gluten o celiaquía deberían dejar de consumirlo ya que este nutriente no es en sí negativo: tan sólo lo es para aquellas personas cuyo organismo no lo tolera.
En los últimos años el consumo de productos libres de gluten (o “gluten free”) se ha disparado. Famosos y celebrities como Miley Cyrus, Lady Gaga, Kim Kardashian y Gwyneth Paltrow le han declarado la guerra a esta proteína y desde los medios de comunicación y las redes sociales defienden los beneficios de llevar una dieta sin gluten. Según sus teorías evitar este tipo de alimentos les ayuda a controlar el peso, mejorar el estado del cutis, sentirse más ligeras, menos hinchadas y a tener una mayor claridad mental, a pesar de que ninguna de ellas padece oficialmente celiaquía o es intolerante a esta proteína. Esta nueva moda alimentaria se ha extendido rápidamente a toda la población y el gluten se ha convertido en el nuevo “malo de la película”, el causante de multitud de males y enfermedades hasta ahora no diagnosticadas.
Hoy en día gran parte de la población asocia comer sin gluten a lo sano. Si paseamos por los supermercados veremos que en los envases de muchos productos que por lógica nunca han contenido esta sustancia se remarca su ausencia como un valor añadido.
La tendencia de consumir productos sin gluten está en alza. Se calcula que en Estados Unidos cerca del 30% de la población ya consume regularmente productos sin gluten. La industria asociada a estos productos crece a pasos agigantados cada año debido a esta percepción negativa del gluten Pero, ¿realmente nos beneficia prescindir del gluten en nuestra alimentación si no padecemos celiaquía, intolerancia o alergia al trigo? ¿Hay alguna razón para seguir esta nueva moda alimentaria si no padecemos ninguno de estos trastornos?
El gluten es una proteína que se encuentra en algunos cereales como en el trigo, la cebada, el centeno, a menudo en la avena, también en las variedades más antiguas del trigo como la espelta y el kamut, y en variedades menos comunes, como el triticale (híbrido de trigo y centeno) y el trithordeum (híbrido de trigo y cebada). Esta proteína es la que confiere a la harina su cualidad panificable; proporciona elasticidad y humedad a la masa y le da a la miga del pan y de las masas horneadas su característico aspecto esponjoso. Es un componente natural, pero las personas que sufren la enfermedad celíaca, son intolerantes al gluten o padecen dermatitis herpetiforme no deben consumirlo por las reacciones nocivas que provoca en su organismo.
Con la enfermedad celíaca el sistema inmunitario reacciona al consumo de gluten dañando la membrana del intestino delgado, lo que interfiere en la capacidad del organismo para absorber nutrientes. Es la enfermedad intestinal crónica más frecuente, y se calcula que la padecen 1 de cada 100 individuos, siendo la relación mujer-varón 2:1, es decir, por cada celíaco hay dos celíacas. Es una enfermedad autoinmune que puede manifestarse a lo largo de toda la vida y se desconocen los motivos que la llevan a presentarse en un determinado momento de una forma irreversible. Por otra parte es una enfermedad camaleónica, ya que los síntomas son muy variados y se confunden fácilmente con otras muchas enfermedades, lo que la hace sumamente difícil de diagnosticar.
¿Entonces, por qué está tan de moda comer sin gluten? ¿Es cierto que la dieta sin gluten favorece la pérdida de peso? Rotundamente no. Lo que sucede es que muchos de los alimentos que contienen gluten son también alimentos bastante calóricos y solemos comerlos de origen procesado (en lugar de caseros), por lo que no sólo tienen gluten, sino altos niveles de grasa y azúcar como es el caso de pizzas, bollería industrial, cereales azucarados, etc. Es lógico suponer que si se evitan esos productos y se sustituyen por alimentos más saludables se producirá una pérdida de peso, independientemente de que contengan o no gluten. Pero una dieta sin gluten en realidad no tiene porqué hacernos adelgazar, ya que muchos de los productos sustitutivos sin gluten que imitan a los originales con gluten están cargados de azúcar, grasa y sal para compensar su falta de sabor y textura. Por tanto, si debemos llevar una dieta sin gluten es importante poner atención a qué ponemos en la cesta de la compra, optando siempre por marcas de calidad, que apuesten por la salud y, si es posible, con ingredientes de cultivo ecológico, bajas en grasas y azúcares.
La dieta sin gluten no debe ser considerada como una moda o un método de adelgazamiento. No debemos olvidar que una dieta libre de gluten debe estar diseñada por un nutricionista, para que esté perfectamente equilibrada, ya que una dieta “libre de gluten” por mera definición, no implica que sea saludable, y siempre debe basarse en alimentos frescos y poco procesados.
Por otra parte, esto no quiere decir que ciertos alimentos sin gluten no puedan ser consumidos por personas sin intolerancia a él. Un ejemplo lo tenemos en la pasta sin gluten. La pasta sin gluten, especialmente aquellas elaboradas a base de arroz integral, se trata de un alimento rico en fibra y más digestivo que la pasta de trigo.
Autora: Sonia Moreno | Terapeuta Holística
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