¿Cuántas veces te han dicho “ten paciencia” y no has sabido de dónde sacarla? Además, ¿de qué serviría? A veces, lo que entendemos por “paciencia” se convierte en “resignación”, lo cual nos genera rabia y estrés a largo plazo. Pero nada más lejos de la realidad: mejorar o crear un hábito de paciencia te ayudará a tomar decisiones con mayor seguridad, puesto que cuando uno espera, otorga más valor a lo que desea.
La paciencia es más que una virtud: un valor humano ligado al respeto por los demás y a la aceptación de los acontecimientos vengan como vengan. Una persona paciente comprende que cada uno tiene su ritmo y es capaz de adaptarse, comprender y actuar en el momento adecuado. Ligado a la paciencia se encuentra el optimismo, puesto que esperar a una buena oportunidad implica creer en uno mismo a la hora de alcanzar el éxito.
¡No es fácil, claro! Por eso te traemos dos ideas con las que practicar la paciencia día tras día:
Una fuente de estrés que merma nuestra paciencia es la autoexigencia. Cada uno tiene su propio ritmo, e intentar alcanzar el que impone la sociedad provoca, en el mejor de los casos, estrés. Sé paciente. Además de los beneficios que te aportará a nivel personal, desarrollar una actitud paciente te ayudará a reponerte del cansancio mental y emocional que marca el mundo en que vivimos.