Pensando Demasiado.
Cuando pensamos demasiado, cualquier asunto por mínimio que sea se puede convertir en un ruido constante en nuestra cabeza.
Desde pequeños nos han empujado a darle vueltas en nuestra mente a cualquier cosa. Poco a poco se ha ido convirtiendo en un hábito que se puede tornar en una rutina negativa ante cualquier asunto o conflicto, alejándonos de la solución y dejándonos llevar por una espiral negativa.
Mientras estamos en esa espiral negativa estamos dejando de disfrutar de todo aquello que sí nos encanta de nuestra vida, de todo aquello que sí funciona.
Nuestra mente está continuamente retándonos, intentando ser la protagonista de nuestras vidas, llamando nuestra atención y si consigue que se la prestemos, nos perdemos momentos, situaciones, compañía, etc. Estar continuamente pensando en todo aquello que viene a nuestra mente, repasando sentimientos, imaginando situaciones futuras, nos consume, nos agota, lo que no nos ayuda a sentirnos bien.
Pensar es positivo siempre y cuando no se distorsione ese diálogo interno, en un diálogo desagradable e improductivo, que circula en nuestra cabeza a una velocidad que lo hace difícil de detener. En ocasiones confundidos pensar demasiado con pensar en profundidad.
Esos pensamientos crecen, se expanden y ocupan todo nuestro espacio mental. Es como un dominó, unos pensamientos que llevan a otros, y estos a otros y otros… extendiéndose sin darnos cuenta de que nos absorbe ese huracán.
Sufrimos más por lo que imaginamos, que por lo que realmente sucede.
Cuando pensamos y pensamos, creamos una imagen distorsionada, fatalista y alejada de la realidad: estos pensamientos se convierten en una niebla que nos impide una vista nítida.
¿Qué consecuencias tiene convivir con esta hiperactividad mental?
Lo característico de estos pensamientos es que son tipo sermón, donde los demás se equivocan y no contemplamos otra versión diferente a la que nos ronda en la cabeza. En ocasiones pueden llegar a ser paralizantes, desorientándonos, lo que nos lleva a rendirnos ante ese pensamiento aún más.
Lo positivo es que podemos evitarlos y conseguir salir de ese círculo de pensamientos excesivos que no nos ayudan en nada.
Cuando pensamos demasiado, nos hablamos a nosotros mismos, nos enviamos auto-mensajes de impotencia, y se activan sentimientos de tristeza e irritación entre otros y hace que solo veamos las cosas negativas de la vida. La salida está en aprender a detenerlos.
Es posible liberarse y conseguir claridad y fuerza para afrontar la vida de manera realista, una vida con más paz, más energía y ánimo para hacer cosas. Liberarse de ese tipo de pensamientos negativos hace que convirtamos los obstáculos en interesantes retos a superar, y que tengamos una vida de gratificantes proyectos. Es sólo cuestión de hábitos!
¿Qué hacer para pensar con claridad? Aprender a distanciarnos es esencial y aquí os ofrecemos 7 consejos para hacerlo.
La calidad de tu vida nunca excederá la calidad de tus pensamientos: empieza por cambiar tus pensamientos y cambiará tu vida.
Autora: Encarna Díaz | Psicóloga
La información contenida en esta web tiene un carácter informativo, divulgativo y/o comercial. Consulte siempre con su especialista. Es importante seguir una dieta variada y un estilo de vida saludable.