Los juegos de habilidad mental constituyen un ejercicio básico desde que somos niños, pero a medida que crecemos, el estrés del trabajo, la rutina y, en resumidas cuentas, la madurez, nos alejan de esta forma de entretenimiento. Además de los beneficios que contamos a continuación, una de las ventajas de los puzles es que no pasan de moda. ¡Podrás hacerlos siempre que quieras!
- Ejercitan la memoria visual. Al principio todas las piezas parecen iguales. Tras un vistazo en profundidad descubrirás los matices de cada una y te vendrán a la cabeza cuando tengas un hueco.
- Mejora la tolerancia ante la dificultad. Un puzle no es fácil. Incluso si son de pocas piezas, empezar de cero puede ser abrumador. Tómalo con calma. Paso a paso conseguirás tu objetivo.
- Ayuda a controlar el estrés. Pensarás: “¡Pero si montar un puzle ya es estresante, con todas esas piezas y el tiempo que voy a tardar en completarlo!” Nada más lejos de la realidad: centrarse en una tarea te despejará del agobio del día, convirtiéndose en una afición relajante.
- Desarrolla la paciencia ante la resolución de problemas. Un puzle es como la vida misma: no se resuelve de la noche a la mañana. Algunas cosas necesitan tiempo, y la paciencia es una virtud.
- Aprenderás algo nuevo. Un puzle es más que un conjunto de piezas desordenadas. El cuadro final puede ser un mapamundi, un abecedario, una ilustración sobre animales, geografía, viajes, astronomía… Aprender jugando siempre es la mejor opción.
- Fortalecerás tus relaciones personales. Puedes hacer en puzle en solitario, sí, pero también en pareja o con tus hijos. ¡Trabajo en equipo!
- Te subirá la autoestima. ¿A quién no le gusta el éxito? Y más si hablamos de uno a largo plazo. Superar un desafío te motivará a conseguir todo lo que te propongas.
Un puzle no termina cuando colocas la última pieza. Una vez finalizado, puedes enmarcarlo y decorar las paredes de tu casa o regalarlo. Puede ser un obsequio muy especial, prácticamente hecho a mano y fruto del esfuerzo de muchas horas.
