La tecnología es una herramienta integrada a la perfección en nuestra vida. Estamos acostumbrados a hablar de forma inmediata con cualquier persona, haciendo de la distancia física una ilusión. En menos de un clic puedes, por ejemplo, enseñarle a tu madre algo que te acabas de comprar o contarle a viva voz en diferido qué tal te ha ido el día. Esto es gracias a las aplicaciones de mensajería como Telegram, Line o Skype, por citar algunas. ¿Cómo se caracteriza cada una?
- Telegram. Es la app más segura que existe. No es broma. Mucho más segura que Whatsapp y con muchos más atributos que mencionar que sus compañeras. Por ejemplo, los datos entre emisor y receptor (un mensaje entre un amigo y tú) están cifrados de manera que nadie puede espiar las conversaciones. Además, puedes crear chats secretos que requieran una contraseña para entrar, o colocar una contraseña en el propio Telegram para que nadie excepto tú acceda. También cuenta con ‘bots’, canales de información que se han popularizado bastante en los medios de comunicación.
- Line. Otra aplicación que hace la competencia a Whatsapp es Line. Esta proviene de Japón y presenta varias ventajas con respecto a la app por excelencia, como tener un perfil y enviar mensajes públicos al más puro estilo red social y personalizar Stickers, una especie de ilustraciones diferentes a los emoticonos. De forma complementaria, Line ha añadido Line Card (postales de cumpleaños y otros eventos con estilo manga) o Line Brush (un lienzo en blanco para dibujar con el dedo).
- Skype. Fácil y rápido de instalar, con llamadas gratuitas a otros usuarios ¡en cualquier parte del mundo! Ideal si tus hijos están en el extranjero y quieres hablar con ellos, pues podrás configurarlo para que sea llamada o videollamada. Además, funciona en todos los equipos (Windows, Mac, Linux, Pocket Out, Ubuntu…) y en dispositivos móviles.
Así de fácil. La globalización tiende puentes entre las personas, y la tecnología nos permite traspasar fronteras para acercarnos, poco a poco, a nuestros seres queridos.
